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Una corrección aquí, por favor

Hoy toca tirar de valor y tratar un tema peliagudo… Me he levantado flamenco, atrevido, valiente, insensato quizá, el caso es que me apetece abordar el espinoso tema de que te corrijan, te enmienden o te adviertan de una falta de ortografía cometida.

Antes que nada, habrá que dejar por escrito que ni los que más controlan están exentos de cometer faltas de ortografía, sea de la índole que sea, porque aunque no os lo creáis, ni los filólogos se saben el Diccionario de memoria. Bien es cierto, lógico, que a mayor nivel lingüístico menor es la posibilidad de errar. Y aquí se produce, a mi juicio, un hecho curioso (no destaco con esto que yo tenga juicio, sino que me produzca curiosidad). A mi vez, me gustaría decir, de antemano, que la opinión que expongo en el siguiente párrafo viene avalada por un estudio de la universidad de donde sea, pero no, no es el caso —aunque no descarto que exista tal estudio.

Las personas que más dudan, las personas que más veces consultan un manual o un diccionario son, precisamente, las que tienen un considerable nivel lingüístico.  Porque sí, porque el saber genera dudas y eso no hay persona que lo refute. En mi esfuerzo ímprobo por elegir la palabra idónea, por ejemplo, o el régimen preposicional adecuado, ya he consultado tres veces el diccionario mientras estoy escribiendo estas palabras. No hay que tener miedo ni consultar a escondidas el diccionario, creedme.

Y llegados a este punto, metámonos en harina; cometes un error ortográfico, un avezado lector lo advierte, te corrige y… ¿qué hago?, ¿cómo reacciono?, ¿pongo una excusa cutre para disculparme?, ¿lo insulto diciéndole que si se cree de la RAE? Pensad, pensad y sed sinceros en vuestras respuestas para ver si sois de los menos o de los más; de los que aceptan —e incluso— agradecen la corrección o de los que no admiten —e incluso— se ofenden por tal motivo. Entre estos últimos hay quienes para indultarse (aunque no han sido condenados, simplemente han sido advertidos de una falta o de un error ortográfico) se apoyan en el manido y recurrente pues yo es que siempre lo he visto escrito así… ¡Válgame, Señor! Yo me he topado con gente a la que le he dicho que escribía mal su nombre, ¡¡SU NOMBRE!!, y me han espetado tranquilamente que no, que vale, que bueno, pero que seguirían escribiéndolo así…, MAL.

Pongo un ejemplo concreto: las abreviaturas van seguidas, generalmente, de un punto* que marca, precisamente, esa abreviación. Luego la abreviatura de María será M.ª, escrito así, con la eme mayúscula seguida de un punto más la a volada. Y es que el punto ese ahí, en medio de su nombre, parece ser que incomoda.

Pues bien, que nadie se enfade, por favor, cuando sea corregido, que todos pasaremos por ahí. No se ha de ver como una afrenta sino como una oportunidad de aprender algo y de mejorar sus textos, sin duda.

*También es posible encontrarnos palabras cuyas abreviaturas, en lugar de ir seguidas de punto, van seguidas de una barra inclinada como, por ejemplo, calle, cuya abreviatura es c/

Música: Cristian Martín con No te enfades (guitarra)

 

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David Díaz

Me llamo David Díaz Ortiz y soy licenciado en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. He trabajado como profesor de Español para Extranjeros, de Lengua y Literatura españolas y de Latín. Escribo cuando puedo y aprendo en la Escuela de Escritores. También corrijo textos y para ello me formé como corrector ortotipográfico en Cálamo&Cran. Se puede vivir de las letras, por y para ellas, y en ello estoy. Además, colaboro en la Asociación Unión de Correctores (UniCo), de la cual soy socio profesional y desde el año 2015 soy benefactor de la Real Academia Española (RAE).

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