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HOMENAJE A LAS MADRES O, POR QUE EL MUNDO PARECE OLVIDARSE DE DONDE VIENE

 

«Hay gente que piensa que los hijos son cosa de un día. Pero se tarda mucho. Mucho. Por eso es tan terrible ver la sangre de un hijo derramada por el suelo… Una fuente que corre durante un minuto y a nosotras nos ha costado años. Cuando yo descubrí a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua. Porque era mía. Los animales los lamen, ¿verdad? A mí no me da asco la de mi hijo. Tú no sabes lo que es eso. En una custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra empapada por su sangre…» (Bodas de Sangre- Federico García Lorca)

 

No. Este no será un homenaje romántico al día de las madres. Por saber su importancia y valor, necesito rescatar el significado de una madre, más allá de los regalos y palabras que, aunque llenos de amor por nuestras mamás, se reducen a un día de celebración.

Parece que el miedo y los horrores entraron al gusto de la nueva era. Una era que fue, por muchos de nosotros que ya estamos hace rato por aquí, esperada con ilusión, con expectación de que fuera una época de desarrollo tecnológico, pero igualmente, de esplendor de lo humano. Sin embargo, llegamos a la era de la inteligencia artificial y esta nos mira a los ojos sin que tengamos respuestas que dar a los sucesos desgarradores que derivan de discursos de odio que inundan redes oscuras. Entre tantos acontecimientos que demuestran lo poco humanos en que nos convertimos, como el genocidio Yanomami, nos preguntamos, ¿dónde estábamos cuando, a cuchilladas, un joven de 13 años asesinó a una profesora en su escuela? Una madre, una abuela se perdió. ¿O cuando pequeños de tres y cuatro años fueron víctimas fatales que no volvieron al regazo de sus madres, por la acción de hombre de 25 años en la guardería? Los sucesos de extremada violencia en escuelas crecieron los últimos meses de manera asustadora.

Las corrientes ideológicas que subyacen a esos eventos sacan lo peor de los individuos. Odian al amor, fomentan el racismo, manejan a jóvenes que, muchas veces, eligen a asesinos como héroes, o bien, en depresión en una era que carece de interacción humana real, amable, acogedora, buscan respuestas equivocadas a su vacío existencial.

Obviamente, queremos creer que no todo está perdido, ni todos serán víctimas o verdugos, tenemos herramientas para cambiar nuestros rumbos.

Solo una madre sabe, como Lorca lo traduce bellamente en Bodas de Sangre lo que tal vez un padre no podrá comprender, pero que una madre sí sabe, que es lo que cuesta tener un hijo y crearlo con cada fibra suya, día a día. Lo que lleva diez segundos para exterminarse, costó a una madre años de preocupación, dolor, amor. Tal vez, seamos las mujeres, las que debemos afrontar toda la insanidad que corre,  aunque no todas debamos por obligación cultural y seamos creadas para la maternidad, todas nosotras traemos el germen del valor humano, pues, todos los seres accedemos a este mundo por un vientre, ese extraordinario portal.

Lorca en escritos de su juventud ya demuestra la importancia de esa figura que vendría a destacarse en sus obras venideras:

“Lo que nos envía a matar hombres contra la razón no puede ser madre.

“¿Para qué sirvieron las lágrimas santas de las madres buenas?”.

“Que la madre es lo único cierto que en la vida podemos gozar”

 (Extractos de Federico García Lorca)

Las madres nos enseñan sobre el dolor, la vida y la ternura, como lo plasmó en su poema Dones Luis Gonzaga Urbina, autor mexicano contemporaneo a Lorca (1864- 1934):

Mi padre fue muy bueno: me donó su alegría
ingenua; su ironía
amable: su risueño y apacible candor.
¡Gran ofrenda la suya! Pero tú, madre mía,
tú me hiciste el regalo de tu suave dolor.

Tú pusiste en mi alma la enfermiza ternura,
el anhelo nervioso e incansable de amar;
las recónditas ansias de creer; la dulzura
de sentir la belleza de la vida, y soñar.

Del ósculo fecundo que se dieron dos seres
el gozoso y el triste- en una hora de amor,
nació mi alma inarmónica; pero tú, madre, eres
quien me ha dado el secreto de la paz interior.

A merced de los vientos, como una barca rota
va, doliente, el espíritu; desesperado, no.
La placidez alegre poco a poco se agota;
más sobre la sonrisa que me dio el padre, brota
de mis ojos la lágrima que la madre me dio.

 

Recuerdo a mi mamá que con tanta sabiduría me enseñó a ser quien soy. Que las madres nunca mueran dentro de nosotros y que nos acordemos siempre lo que vale una vida. Feliz día.

 

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Gloria Cortés Abdalla

Gloria Cortés Abdalla es profesora de Inglés y Español desde 1993. Posee el Máster y el doctorado en Linguística Aplicada y Estudios del Lenguaje por la Pontifícia Universidad Católica de São Paulo, en la cual también actuó como profesora y coordinadora de cursos de español en COGEAE. Ha sido autora y colaboradora en la creación y revisión de materiales didácticos e instruccionales para editoriales, fundaciones y organismos públicos de enseñanza, bien como consultora pedagógica del español los últimos 10 años. Actuó como profesora de la Enseñanza Media en la Escuela Móbile y es profesora de la FECAP desde 2005. Su correo es gloriaabdalla@gmail.com.

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