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¿Qué nos espera en 2023?

Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos,
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.

(Alexis Valdés)

Casi tres años de turbulencias, de dudas, de errores y aciertos. Desde el 2020, cuando los profesores nos encontramos en una nueva realidad, algunos obligados a poner en marcha sus conocimientos sobre la educación a distancia, más teóricos que prácticos, otros en la oscuridad digital, pensábamos que no saldríamos iguales de esa marea fuerte de desdichas.

Salimos, parece, pero, obviamente, no salimos iguales.

Los que tuvimos la suerte de contar con recursos para las clases, estructura para planear y replantear caminos, además del conocimiento de las herramientas digitales, lo hicimos. Dedicamos muchas horas en procedimientos, pensamos en estrategias, discutimos por qué nuestros alumnos no abrían sus cámaras, estudiamos, discutimos, nos conectamos, hicimos horas y horas de citas remotas. Aprendimos, sobre todo, el camino de la reinvención individual y colectiva.

Los que no contábamos con apoyo material, nos esforzamos a preparar actividades, clases, imprimirlas y enviarlas a la casa de los alumnos cuando no había ningún recurso de internet. Quedó claro en ese periodo que la exclusión digital existe. Preocupados, temerosos nos preguntábamos, ¿qué vendrá después de dos años lejos del aula? ¿Qué pérdidas supone todo esto para esa generación?

Esencialmente, sabemos que hubo un impacto cognitivo, un déficit de contenidos que pasaremos a buscar incansablemente recuperar los próximos años.  Pero, igualmente, algo pasó en la forma de ser y estar en las clases de unos y de otros, de los incluidos digitalmente y de los que no llegaron a utilizar efectivamente lo poco que se disponía. Los alumnos, y los profesores, al volver a ese espacio colectivo y de interacción real, nos sentimos un poco como ranas fuera de la charca. Contentos por volver, reaprendiendo a abrazar, sin saber si podíamos o no ultrapasar los límites y perímetros de cada uno, pero, igualmente, nos tomaba la ansiedad por el después, casi como aquel que vive una posguerra.  ¿Quiénes lo lograron? ¿Quiénes están vivos? ¿Qué traumas desarrollamos? Algunos, preguntándose más profundamente: ¿quién soy yo ahora?

En ese panorama tan complejo y, a veces, desesperanzado de soluciones claras, sin embargo, descubrimos que somos más fuertes. La palabra nos ayuda, el autoconocimiento nos da el soporte esencial. ¿Qué nos espera en 2023? La pregunta de un millón. No lo sabemos con exactitud. En febrero de 2020 no podríamos adivinar lo que nos vendría por delante. Todo cambió de manera radical. Entonces, tal vez ahí esté la respuesta, por fin. La única constante de la vida: todo cambia, todo el tiempo. Y, lo que puede parecer una desdicha, a lo mejor, es una gran suerte, pues, la vida es movimiento. Que nos movamos y nos reinventemos. Mi deseo para todos para este nuevo año de infinitas posibilidades.

¡Feliz Navidad!

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Gloria Cortés Abdalla

Gloria Cortés Abdalla es profesora de Inglés y Español desde 1993. Posee el Máster y el doctorado en Linguística Aplicada y Estudios del Lenguaje por la Pontifícia Universidad Católica de São Paulo, en la cual también actuó como profesora y coordinadora de cursos de español en COGEAE. Ha sido autora y colaboradora en la creación y revisión de materiales didácticos e instruccionales para editoriales, fundaciones y organismos públicos de enseñanza, bien como consultora pedagógica del español los últimos 10 años. Actuó como profesora de la Enseñanza Media en la Escuela Móbile y es profesora de la FECAP desde 2005. Su correo es gloriaabdalla@gmail.com.

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